Amor y sacrificio
Un postre de Pascua para celebrar una nueva vida
Un postre de Pascua para celebrar una nueva vida
Nuestra familia fue recientemente bendecida con la oportunidad de peregrinar a Italia. A nuestro regreso, mi mente estaba agobiada por el desorden de la casa, las tareas domésticas y otras obligaciones que sabía que nos esperaban. Después del primer día de haber regresado, entré a la cocina y encontré ingredientes esparcidos por todas las encimeras, también utensilios de cocina. Ataviada con un delantal de cocina rojo, mi hija anunció con entusiasmo que estaba preparando un gran festín italiano. Mientras preparaba su decadente postre Sabayón sobre la estufa, habló sobre cómo el viaje a Italia la había inspirado a cocinar. Me quedé sin palabras, pero no en el buen sentido. Con todo lo que había que hacer, me sentí completamente abrumada.
Nuestra familia fue recientemente bendecida con la oportunidad de peregrinar a Italia. A nuestro regreso, mi mente estaba agobiada por el desorden de la casa, las tareas domésticas y otras obligaciones que sabía que nos esperaban. Después del primer día de haber regresado, entré a la cocina y encontré ingredientes esparcidos por todas las encimeras, también utensilios de cocina. Ataviada con un delantal de cocina rojo, mi hija anunció con entusiasmo que estaba preparando un gran festín italiano. Mientras preparaba su decadente postre Sabayón sobre la estufa, habló sobre cómo el viaje a Italia la había inspirado a cocinar. Me quedé sin palabras, pero no en el buen sentido. Con todo lo que había que hacer, me sentí completamente abrumada.
Aunque me sentí frustrada, no quería estropear la reciente emoción que sentimos en nuestro viaje, que incluyeron asombrosos vistazos de la vida y legado de tantos santos. Como habíamos hablado de algunos de los “beatos” y santos de Italia más recientes, como Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, no pude evitar pensar en uno en particular: Santa Gianna Beretta Molla, que vivió en el S. XX y cuya festividad es el 28 de abril.
Santa Gianna, una médica, es conocida por haber elegido heroicamente salvar la vida de su bebé por nacer sacrificando la suya.
Durante el embarazo de su cuarto hijo, desarrolló una complicación y los médicos le recomendaron que terminará con la vida de su bebé para poder vivir. Ella optó por salvarle la vida, entendiendo que eso le causaría complicaciones potencialmente mortales más adelante. Luego dio a luz a una niña sana, pero murió de una infección, una semana después.
¡Su sacrificio, de hecho, su muerte, se hizo hermosa, porque permitió que llegara otra vida preciosa!
¿Y no es este el corazón mismo de la historia de Pascua? Al morir en la cruz, nuestro Señor hizo posible la vida eterna. No puede haber resurrección sin el sacrificio de la crucifixión. Como dijo Santa Gianna: “El amor y sacrificio están estrechamente vinculados, como el sol y la luz”. Y el último sacrificio del Viernes Santo, el mayor acto de amor jamás cometido, resulta en la mayor bendición de vida para todos nosotros.
Para mí, el reto de una cocina desordenada por un postre italiano parece trivial. Pero con el ejemplo de santos como Santa Gianna Molla, podemos optar por abrazar incluso los más pequeños sacrificios de la vida con alegría y gratitud. Fue un pequeño acto de amor respirar hondo y no enojarme el día que entré en esa cocina desaliñada. No obstante, el brillo que se vieron en los ojos de mi hija cuando presentó la comida esa noche no tiene precio . Y da la casualidad de que Sabayón es un postre popular en Italia en Semana Santa, así que tal vez deberías probarlo esta temporada de Pascua; ¡nuestra familia lo recomienda encarecidamente!
No se puede amar sin sufrir o sufrir sin amor.” – Santa Gianna Molla
Michelle Sessions DiFranco es diseñadora y ocupada mamá de tres hijos.
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Sabayón
- 4 yemas de huevo
- ¼ de taza de azúcar morena
- ¼ de taza de vino Marsala (o blanco dulce)
- Una pizca de sal
- Una pizca de canela molida
- Galletas y bayas italianas trituradas (para servir)
- Nuez moscada (para servir)
Coloque las yemas de huevo y el azúcar en un recipiente para mezclar de vidrio resistente al calor o de acero inoxidable (poner sobre una olla con agua hirviendo, pero sin tocarla). Lleve la olla de agua a ebullición y luego reduzca a fuego lento. Batir el azúcar y las yemas hasta que estén espesas y cremosas. Agregue lentamente el vino, la sal y la canela, luego coloque el recipiente sobre la olla de agua hirviendo. Continúe batiendo durante varios minutos hasta que tenga una consistencia suave y cremosa, y el batidor deja un rastro de cinta cuando se levanta sobre la mezcla.
Sirva las natillas tibias o frías con bayas frescas, galletas italianas trituradas y una pizca de nuez moscada (opcional).