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 | Por Patricia Mish

Dejar ir a un empleado con amabilidad y respeto

Contraté a una nueva empleada hace aproximadamente un año.

Creo que está claro para los dos que ella no encaja en el puesto. ¿Cómo le hago saber que es hora de separarnos, de una manera respetuosa y amable?

Supongo que muchos de nosotros -ejecutivos, gerentes y empleados- hemos estado en uno u otro extremo de esa ecuación. Aquí, como en muchos de los dilemas de la vida, podemos recurrir al Sermón del Monte para que nos guíe: “Todos los que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos”.

¿Usted, o un amigo o familiar, ha sido despedido antes? Si no es así, trate de ponerse en el lugar del empleado antes de comenzar la conversación. Parece que ambos saben que este trabajo no está funcionando, por lo que escuchar eso de ustedes probablemente no sea una sorpresa.

Aquí hay algunos consejos para prepararse para esta conversación:

Cada uno de nosotros está hecho a imagen y semejanza de Dios.

Es importante asegurarse de que el empleado sepa que usted lo valora como individuo, lo cual es independiente de lo que "hace" o de las habilidades específicas de las que puede carecer.

Ser directo.

Tómese el tiempo para reflexionar sobre las razones por las que está despidiendo al empleado. ¿Tiene que ver con los recortes presupuestarios? ¿El empleado carece de las habilidades necesarias para hacer el trabajo? ¿Es poco fiable? Es posible que su empleado no le agradezca hoy, pero en el futuro apreciará su honestidad.

Ofrecer ayuda.

Si bien puede ser que el empleado no sea compatible con su empresa, si es posible, bríndele recursos para ayudarle a conseguir el próximo trabajo. Muchas empresas ofrecen a los empleados despedidos ayuda para la carrera o el currículum. Si eso no es posible, indíqueles recursos proporcionados por otras organizaciones.

Expresar gratitud.

Una vez más, puede afirmar la dignidad humana del empleado señalando las formas en que ha contribuido a la empresa y agradeciéndole por sus esfuerzos. La conversación será diferente para el despedido, debido a recortes presupuestarios frente a aquellos cuyo desempeño no estuvo a la altura. Sin embargo, incluso en el último caso, puede afirmar su buen trabajo y las características que pueden ayudarle a medida que avanzan en un nuevo rol.

¡Nunca es fácil dejar ir a alguien! Sin embargo, nuestra fe y las Escrituras pueden ayudarnos a abordar estas conversaciones difíciles de una manera que respete la dignidad de cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios.