Combustible del Espíritu
¿Y si te dijera que hoy estás llamado a actuar con los dones y el poder del Espíritu Santo? ¿A actuar con un amor, una audacia y una generosidad que van más allá de lo que el mundo espera y con lo que se conforma? Puede sonar abrumador, y tal vez sea difícil de imaginar, pero la realidad es que Dios no sólo te pide que le sigas de esta forma radical, sino que ya te ha equipado con las herramientas necesarias para hacerlo: los Dones del Espíritu Santo.
¿Y si te dijera que hoy estás llamado a actuar con los dones y el poder del Espíritu Santo? ¿A actuar con un amor, una audacia y una generosidad que van más allá de lo que el mundo espera y con lo que se conforma? Puede sonar abrumador, y tal vez sea difícil de imaginar, pero la realidad es que Dios no sólo te pide que le sigas de esta forma radical, sino que ya te ha equipado con las herramientas necesarias para hacerlo: los Dones del Espíritu Santo.
Uhh, ¿qué regalos?
Puede que digas: “¿Qué dones tengo exactamente?” En el bautismo, Dios te hizo templo del Espíritu Santo, donde él mismo puede habitar. Profundiza esta gracia en el Sacramento de la Confirmación, derramando en tu alma los dones de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor del Señor. No son superpoderes con los que se nos dota, ni hacen que todo sea fácil de repente. Por el contrario, nos hacen capaces de responder a los impulsos de Dios y de actuar según su sabiduría, incluso cuando esta nos llama a amar de formas aparentemente heroicas. Dios nos ha dado los dones que necesitamos para caminar con quienes nos rodean de formas sencillas y, a veces, grandes.
Apóyate en mí
Con estos dones, también debemos recordar que no confiamos en nuestras propias capacidades. Debemos confiar menos en nosotros mismos y más en Dios, que nos inspira a actuar y nos da la fuerza para responder a sus inspiraciones. Con esta conciencia, podemos utilizar nuestros dones de formas pequeñas que aporten paz a nuestras relaciones, trabajo y estudios. No tenemos que reunir ni esforzarnos lo suficiente para tener estos dones; los recibimos en relación con Dios, y practicamos su uso como Dios quiere.
Escuchar primero
Fundamentalmente, todo esto descansa en el hecho de que estamos llamados a escuchar y a estar con el Señor. La Escritura nos dice que los milagros y signos son, en realidad, menos importantes que escuchar a Cristo y seguir su Palabra. Nuestros dones dependen básicamente de la amistad que hemos cultivado con Dios a través de la oración.
Un cambio silencioso y poderoso
Cuando hablamos con Dios a diario, escuchamos su Palabra y actuamos cuando nos llama, cambiamos el mundo. No quiero decir que cambiemos el mundo de una forma cursi y tópica, sino que realmente cambiamos el mundo por cómo tratamos y amamos a los demás. Confiar en el don de Dios de aconsejar a nuestros amigos puede realmente cambiar sus vidas. Confiar en el don de Dios de fortaleza (fuerza) nos ayuda literalmente a soportar la ansiedad, el sufrimiento y el dolor diarios. Los dones y el poder de Dios no son sólo polvo de hadas espolvoreado sobre nosotros, sino la forma en que participamos en su plan para que todo el mundo lo conozca íntimamente a través de su Hijo, Jesucristo. Para utilizar estos dones del Espíritu Santo, sólo tenemos que decir “sí” hoy a la invitación del Señor para empezar a transformar nuestras vidas y el mundo que nos rodea.
Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar licenciado en California, y trabajó como ministro de la juventud en su parroquia local durante 8 años. A Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica terapéutica.