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 | Por Dan Cellucci

El más difícil intercambio de regalos

“La retroalimentación” se ha convertido cada vez más en una palabra de moda en el lugar de trabajo, y aunque se supone que es una bendición para las personas comprometidas con el crecimiento y la mejora, a veces conlleva connotaciones negativas, especialmente cuando esta es crítica y no solicitada. Incluso en el Instituto de Liderazgo Católico, donde enseñamos que “la retroalimentación es un regalo”, a veces somos culpables de poner los ojos en blanco y querer devolver ese “regalo” cuando es algo que no estábamos buscando en primer lugar.

Sin embargo, la retroalimentación es una parte constante de nuestra existencia como humanos que interactuamos en este mundo. ¿Cómo podemos asegurarnos de que, al dar y recibir, estamos poniendo de nuestra parte para que sea un regalo? Considere los siguientes tres principios la próxima vez que se encuentre en el intercambio de regalos de la retroalimentación.

 

Pare, mire y escuche

Cuando dé o reciba comentarios, haga una pausa y examínese primero. ¿En qué estado mental o emocional se encuentra? ¿Qué más puede estar aportando a este intercambio que no tenga nada que ver con el tema o la persona? ¿Tiene la información o el contexto correctos? ¿Qué actitudes, creencias, emociones o tendencias de comportamiento podrían estar aportando los demás? Enraizar la retroalimentación en el discernimiento orante y la escucha profunda antes de reaccionar ayudará a que cualquier retroalimentación sea más fructífera.

Dé con gracia

Al dar retroalimentación, guíese por las necesidades del receptor. Tenga en cuenta tanto la capacidad como el nivel de energía de la persona en su función y su modo preferido de comunicación. Evalúe qué tipo de retroalimentación funcionará mejor: retroalimentación pura (la que se da sin juicios, solo proporciona simplemente el “cómo” o el “qué” de la situación) o retroalimentación personalizada (que incorpora su juicio positivo o negativo sobre el comportamiento, diseñada para fomentarlo o extinguirlo en el futuro). En la medida de lo posible, asuma una intención benigna y considere lo que desea para la persona, así como para su futuro. Si su crecimiento y bienestar no están en primer plano, tal vez deba pensar un poco más en la retroalimentación antes de proporcionarla.

Recuerde que es mejor recibir que dar

En cuanto a la retroalimentación, necesitamos modelar la vulnerabilidad y apertura a la retroalimentación, realizando las siguientes cinco acciones:

  • Solicite retroalimentación de forma proactiva y con frecuencia.
  • Reflexione sobre sus sentimientos, actitud y ego ante la retroalimentación.
  • Revise la información para buscar la comprensión y aclarar tanto los detalles como la intención.
  • Responda adoptando, adaptando o rechazando la retroalimentación tras un discernimiento en oración.
  • Por último, vuelva a conectar dando las gracias al dador y explicando su respuesta.

Abrazar un espíritu de apertura y generosidad hacia la retroalimentación puede ser un regalo increíble para las personas y los equipos. Tanto al dar como al recibir, para que acojamos con gracia todos los dones que el Señor nos ofrece a través de los demás.


Dan Cellucci es el CEO del Catholic Leadership Institute.

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