| Por Pete Burak

Un reto de Cuaresma:

Sé santo en pensamiento y palabra

Era difícil no reírse cuando nuestros hijos aprendieron por primera vez a insultarse. A medida que su vocabulario y su creatividad verbal se desarrollaban, de repente salían de sus bocas cosas tontas y aleatorias para ganar una discusión o atizar emocionalmente a su hermano. En esos momentos, hay que poner cara de “papá” porque, aunque es casi inevitable reírse, sabemos que es vital que los niños aprendan a controlar su lenguaje, a hablar bien en vez de mal y a construir en vez de derribar.

Los pensamientos que elegimos tener y las palabras que pronunciamos tienen un poder tremendo; además, pueden revelar los progresos que hemos hecho hacia una santidad más profunda y las áreas que aún necesitan trabajo. Teniendo esto en cuenta, mientras recorremos este tiempo de Cuaresma, ¿qué aspecto tendríamos y cómo sonaríamos si renunciáramos (para siempre) a los pensamientos negativos y al lenguaje hiriente? En lugar de permitir que esos instintos impíos se enconen y que surja un lenguaje poco amable, podríamos disciplinar conscientemente nuestras mentes y dominar nuestras lenguas mientras nos preparamos para la Pascua.

En el Evangelio de Mateo, Jesús revela una verdad profunda e importante: “En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que mancha al hombre. Del corazón proceden las malas intenciones, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las difamaciones. Estas son las cosas que hacen impuro al hombre” (15,18-20). San Pablo lo expresa así en Colosenses: “Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras. Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo” (3,8-10).

Cuando nos rendimos al Señor y le entregamos nuestras vidas, a menudo experimentamos cambios drásticos en nuestros pensamientos, palabras y comportamientos, pues nos esforzamos ansiosamente por vivir la nueva vida que hemos recibido. Sin embargo, podemos volvernos complacientes y, en lugar de permitir que el Señor desarraigue el “viejo yo”, albergamos en nuestro corazón zonas en las que nuestros deseos pecaminosos siguen influyendo fuertemente en nuestra vida interior.

La Cuaresma es una invitación a volvernos plenamente al Señor, entregarle todo nuestro corazón e ir a la guerra (ayuno) contra todo lo que no sea de él. Lo que pensamos y cómo nos comunicamos no es intrascendente, sino que forma parte del amoroso plan de Dios para nuestra transformación en él y nuestra capacidad de tanto bendecir como amar a quienes nos rodean. Así que, en estas próximas semanas, consideremos la posibilidad de renunciar a esos pensamientos negativos y palabras hirientes, porque Dios, siempre un Padre bueno y paciente, quiere enseñarnos y capacitarnos para pensar y hablar como él.


Pete Burak es el director de i.d.9:16, el programa para jóvenes adultos de Renewal Ministries. Tiene un máster en teología y es un conferenciante habitual sobre evangelización y discipulado.

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