¡Responda a la invitación de Dios!
María diciendo que sí a Dios fue uno de los actos de obediencia más significativos en la historia de la humanidad. El destino del hombre fue cambiado para siempre por una mujer joven, sola, en la pequeña ciudad judía de Nazaret. La respuesta simple -pero segura- de "Hágase en mí según tu voluntad" sigue siendo increíblemente inspiradora y notablemente alcanzable. Con estas palabras María nos muestra lo sencillo, pero no fácil, que es ser discípulo de su Hijo. Comienza, se sostiene y culmina con un "sí". Estamos llamados a un fíat constante, perseverante, inquebrantable, amoroso, esperanzado y agradecido.
Toda la historia de la Iglesia está marcada por mujeres y hombres que dedicaron su vida a una obediencia a Dios radical, simple y -muchas veces- oculta que, irónicamente, produjo una increíble fecundidad misionera. A través del poder del Espíritu Santo, María cooperó con el plan amoroso de Dios para su vida y, a través de ese mismo Espíritu, estamos llamados a hacer lo mismo. Nota al margen: El consentimiento de María, en el momento de la Anunciación, no fue la primera vez que dijo "sí" a Dios. De hecho, toda su vida hasta ese momento había estado llena de pequeños actos de obediencia, demasiado numerosos para contarlos, pero la había preparado para el “gran” sí. Que es exactamente lo que Lucas 16:10 nos dice que sucederá, “El que ha sido digno de confianza en cosas sin importancia, será digno de confianza también en las importantes”. María recibió una invitación única de Gabriel, una de inigualable consecuencia, ¡pero cada uno de nosotros recibe su propia y única invitación! El fíat de María llevó a que el Verbo se hiciera carne dentro de ella y, finalmente, Jesús naciera en el mundo. ¿Adivine qué? Nuestro fíat nos lleva a convertirnos en templos del Espíritu Santo, mediante el cual traemos a Jesús al mundo que nos rodea.
Con demasiada frecuencia reducimos la actividad misional a grandes eventos con luces brillantes y oradores famosos. Nos liberamos del anzuelo evangelístico, porque hay profesionales como el P. Joe Krupp para llevar la carga. Desafortunadamente, cuando hacemos cualquiera de esas cosas, no estamos siguiendo el ejemplo de humilde obediencia de María. Toda actividad misionera, toda obra evangelística fructífera, toda expansión del reino de Dios comienza con un "sí" oculto, un amén tranquilo, un simple "tu voluntad, no la mía". Esto se convertirá en más oportunidades para expresar su orden, que probablemente no incluirá viajar a Belén en un burro, pero se verá como citas de café evangelísticas, mensajes de texto llenos de gracia e interrupciones divinamente inspiradas de su vecino entrometido. Amigos, busquen su Nazaret, su lugar escondido donde puedan decirle “sí” apasionadamente y con profunda convicción a Jesús, y para luego esperar y ver lo que el Espíritu crece en y a través de ustedes.