Más consejos para crear hogares católicos sólidos
En la columna del mes pasado, ofrecimos algunas ideas para crear hogares católicos que fomenten fuertes raíces de fe y discipulado al ver y a escuchar a Cristo en nuestros hogares. Sabemos que nuestra fe se extiende mucho más allá de la Misa dominical y, como cristianos católicos, estamos llamados a creer y ser signos visibles de Jesús en acción, todos los días de la semana. Esto debe comenzar en el hogar.
En la columna del mes pasado, ofrecimos algunas ideas para crear hogares católicos que fomenten fuertes raíces de fe y discipulado al ver y a escuchar a Cristo en nuestros hogares. Sabemos que nuestra fe se extiende mucho más allá de la Misa dominical y, como cristianos católicos, estamos llamados a creer y ser signos visibles de Jesús en acción, todos los días de la semana. Esto debe comenzar en el hogar.
Cristo en acción en nuestros hogares
Ver, oír y creer son los cimientos que nos permiten cumplir el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros, pero ponerlos en práctica es nuestra verdadera misión. La actividad en un hogar católico debe estar centrada en Cristo. Las cosas que hacemos en nuestras familias deben llevarnos a Él. Mi madre siempre decía que nuestros hijos eran un regalo; pertenecían a Dios y nos eran prestados. También nos recordaba a menudo que, si tomábamos prestado algo, debíamos devolverlo en mejores condiciones que cuando nos lo entregaron y, a sus ojos, eso también incluía a los niños. Cuando recordamos que nuestros hijos son preciosos para Cristo, debemos acordarnos que tenemos la obligación y el honor de formarlos como católicos fuertes y rodearlos con las actitudes y prácticas que los ayudarán a ganar la recompensa de la vida eterna.
Nuestros hogares deben ser lugares de conversación caritativa, ayuda y compasión. Necesitamos poner la misericordia en acción mientras perdonamos fácilmente y deseamos la santidad de los demás. Orar con y por los demás debe ser algo cotidiano, lo que incluye animar a nuestros hijos a tanto ver verdaderamente como llevar a los perdidos, solitarios, enfermos y los que sufren hacia la oración familiar. Los niños aprenden a amar a su prójimo al ver a sus padres hacerlo, así que haga del amor al prójimo una prioridad familiar. Dado que nuestra fidelidad no es solo una "cosa de los domingos", involucre a la familia en la oración, servicio y generosidad durante toda la semana.
Cristo más allá de nuestros hogares
Cuando leemos la Biblia de los niños a la hora de acostarnos, oramos antes de las comidas tanto en casa como en público y trabajamos para ver a Cristo en los demás, construimos una base sólida. Cuando oramos unos con otros y servimos de la manera que Jesús nos llama como familia, ambas acciones se convierten en tradiciones y en una segunda naturaleza. Cuando la Misa dominical es la menos negociable de la semana, nuestros hijos crecen sabiendo el valor de la adoración y prioridad. Cuando nuestros hogares son lugares de misericordia, perdón y compasión, nuestros hijos llevan eso al mundo y, algún día, a sus propios hogares. Una cosa es saber acerca de Jesús, pero otra muy distinta es saber quién es. Si conocer a Jesús es el enfoque en su hogar, familia, fe y tal vez incluso en su parte del mundo, todo se mejorará y enriquecerá. El Padre cuenta con nosotros para hacer de nuestros hogares lugares donde Él sea honrado, conocido, acogido, amado y compartido.
Sheri Wohlfert es maestra de escuela católica, oradora, escritora y fundadora de Joyful Words Ministries. Sheri bloguea en www.joyfulwords.org.