Continuar poniendo la fe primero en esta temporada de Pascua
La temporada de Pascua es un momento perfecto para revisar cómo podemos priorizar la fe en la vida de nuestra familia. En una columna anterior, discutimos cuánto tiempo, dinero y energía ponemos en nuestros hijos. Gastamos dinero en ellos y planificamos para su educación, desarrollo social y muchas otras cosas. Todo esto es bueno y esencial en nuestra misión de formar grandes seres humanos. Pero lo más importante que podemos hacer por nuestros hijos es fomentar su discipulado y enseñarles a vivir para que Jesús sea verdaderamente el centro de su vida.
La temporada de Pascua es un momento perfecto para revisar cómo podemos priorizar la fe en la vida de nuestra familia. En una columna anterior, discutimos cuánto tiempo, dinero y energía ponemos en nuestros hijos. Gastamos dinero en ellos y planificamos para su educación, desarrollo social y muchas otras cosas. Todo esto es bueno y esencial en nuestra misión de formar grandes seres humanos. Pero lo más importante que podemos hacer por nuestros hijos es fomentar su discipulado y enseñarles a vivir para que Jesús sea verdaderamente el centro de su vida.
Nuestra fe es la respuesta a todo lo que causa preocupación, miedo, desilusión o frustración. La fe es el modelo para construir una vida rica, feliz y llena de gracia, que es lo que deseamos para nuestros hijos.
¿Cómo podemos hacer eso? Podemos comenzar construyendo una base de amor, celebrando los sacramentos (no simplemente limitándonos a cumplir con las formalidades) y modelando una vida llena de fe. Aquí hay más ideas para ayudar a que Jesús sea el centro de la vida de nuestros hijos.
Acerquémonos a Cristo
¡No podemos dar lo que no tenemos! En la vida, nos acercamos más a Cristo o nos alejamos. Crecer más cerca requiere trabajo. Debemos leer, escuchar, estudiar, orar y aprender a profundizar nuestra relación con Jesús. Cuando nuestros hijos nos ven sacar tiempo de nuestro día para invertir en nuestra relación con Cristo, eso deja una marca. Crecer en la fe tiene que ser nuestra prioridad, y nuestros hijos necesitan vernos honrar ese compromiso. Las cosas de la tierra van y vienen, pero nuestra vida eterna es muy importante, y no le dedicamos suficiente atención, tiempo o energía. Nuestros hijos pueden sentirse decepcionados si nos perdemos un juego de pelota para llegar al estudio bíblico, pero honrar a Cristo de esta manera envía un mensaje fuerte.
Digamos las palabras
Hagamos de la fe un tema frecuente de conversación en nuestros hogares. Hablemos de pedir protección a nuestros ángeles de la guarda o por la intercesión de los santos. Pensemos y hablemos juntos sobre el plan de Dios para nuestras vidas, asimismo, oremos juntos a menudo para modelar cómo involucrar a Jesús en cada decisión y evento de nuestro día. Oremos antes de las comidas, antes de acostarnos y en el auto. Hagamos que sea un hábito diario preguntarles a nuestros hijos para qué necesitan oración. Con suerte, formarán el hábito de hacernos a nosotros y a otros esa misma pregunta crucial.
Vivir una vida llena de fe no surge como resultado de un evento obligatorio de una hora el domingo. Se logra poniendo a Dios primero en nuestros pensamientos y acciones todos los días.
“Mi mayor alegría es saber que mis hijos viven en la verdad” (3 Jn 1, 4)
Sheri Wohlfert es maestra de escuela católica, oradora, escritora y fundadora de Joyful Words Ministries. Sheri bloguea en www.joyfulwords.org.