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 | Por Sheri Wohlfert

Estableciendo amorosamente límites con los niños del barrio

Las Escrituras nos dicen muy claramente que “amemos a nuestro prójimo”, pero ¿qué pasa cuando el prójimo en cuestión es un niño que aparece en la puerta de su casa a todas horas? Siempre estamos llamados a guiar con amor, pero aquí hay algunas ideas para establecer límites claros y amorosos cuando se trata de visitas al vecindario y tiempo de juego.

 

Prioridad uno

Usted es el guardián de su familia y eso incluye horarios, relaciones e influencias. Dado que nuestras vidas están llenas de ruido y movimiento, es necesario para nuestra salud espiritual, física y mental tener tiempo en familia, tiempo libre y tiempo de oración tranquila. Tenemos que estar dispuestos a luchar por eso y establecer límites que lo protejan. Está absolutamente bien decirles a los niños que tocan el timbre: “Lamento que no sea un buen momento, intentemos de nuevo mañana”.

Conocer el objetivo

Sea claro acerca de lo que está tratando de lograr. La familia es lo primero, y eso incluye tareas y responsabilidades que quizás deban terminar antes de jugar. Es una buena práctica que nuestros hijos sepan que no pueden jugar con los vecinos antes de que su habitación esté limpia o hayan terminado sus tareas, y está bien decir: “Lo siento, Juanito no puede salir a jugar hasta que termine sus tareas”. Sea consciente de las amistades que desea fomentar y a las que debe prestar especial atención.

Hacer el plan

Elija las horas en las que sus amigos pueden venir. Establezca el itinerario y cúmplalo. Respete los horarios de meriendas y comidas, si no quiere alimentar al vecindario. Si tiene invitados que pasan por su casa fuera de las horas establecidas, puede invitarlos amablemente a volver durante el tiempo que elija. Esto evita que llamen al timbre temprano en la mañana o amigos que se queden. Sólo tendrá que decir: “Puedes volver a las 3” o “Muy bien, son las 5, es hora de que te vayas a casa; Susana tiene cosas familiares de las que ocuparse”.

Compartir el plan

Sus hijos deben ser conscientes de los límites con respecto al tiempo y las actividades. Los niños cumplirán las expectativas cuando éstas sean claras; no les haga adivinar ni inventarlas sobre la marcha. El segundo paso es compartir el plan con los niños del vecindario que son “visitas frecuentes” en su casa. Si les da las reglas, esto les dará a sus hijos permiso para “culparlo a usted” si hay problemas.

Incluir a Jesús

¡Comparta su fe! Orar antes de las comidas y meriendas, incluso con los niños del barrio. Si los amigos vienen durante el tiempo de oración familiar, puede invitarlos a unirse al Ángelus al mediodía o a la Coronilla de la Divina Misericordia a las tres, si forman parte de su rutina; asegúrese de incluirlos en las oraciones antes de acostarse si están allí para una fiesta de pijamas. Usted establece los límites… administra el tiempo… elige a los niños que ayudan a sus hijos a ser mejores discípulos. A veces Dios pone personas en nuestras vidas para que nos guíen hacia él, pero si un niño continúa siendo una influencia negativa incluso después de haberlo incluido en la oración y en una conversación franca sobre lo que es aceptable en su hogar, está bien invitarlo amorosamente a tomar un descanso hasta que puedan actuar o hablar de manera aceptable.


Sheri Wohlfert es maestra de escuela católica, oradora, escritora y fundadora de Joyful Words Ministries. Sheri bloguea en www.joyfulwords.org.

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