| Por Michael St. Pierre, Ed.D.

Pasión y persecución

Mantener la oración en un día ajetreado

¿Cómo son tus mañanas en un día normal? Si eres como yo, estás más que ocupado. Estoy llevando a los niños a la escuela, preparando almuerzos y firmando hojas de permiso. Para muchos de nosotros simplemente es comenzar otro día de trabajo o escuela. Para los católicos que desean mantener una rutina de oración matutina, la organización del caos de la vida hogareña puede ser un desafío.

Este ajetreo, acumulado día tras día, casi puede desgastar tu deseo de oración. Llegas tarde, exhausto por otro día más, y habiendo olvidado rezar. Peor aún, puedes comenzar a renunciar incluso al objetivo de tener un día de oración.

El trajín diario nos hace esto, y es importante reconocer su efecto en nuestra vida espiritual.

Quizás estés pensando que es consecuencia de nuestra cultura siempre activa. De alguna manera, nuestro tiempo moderno es único: tanto sus tecnologías como expectativas son distintas. Por otro lado, las personas siempre han estado tan ocupadas como les permitía su tiempo.

San Francisco de Sales instruyó a sus seguidores en el siglo XVI: “Tengan paciencia con todos, pero sobre todo con ustedes mismos. Quiero decir que no se desanimen por sus imperfecciones, sino que siempre levántense con un nuevo valor”.

La paciencia contigo mismo es una ventaja cuando se trata de establecer un tiempo de oración por la mañana. Tendrás altibajos: algunos días irán mejor que otros. Finalmente, sé amable contigo mismo cuando simplemente lo olvides.

Santa Teresa de Ávila, escribiendo en el mismo período que Francisco de Sales, escribió que "la paciencia todo lo alcanza".

Y recordemos las palabras de San Ignacio de Loyola, quien nos desafía a "encontrar a Dios en todas las cosas". Esto podría ser más fácil de lo que pensamos. Mira tú horario matutino: ¿Dios está esperando para encontrarse contigo dentro de las reuniones, recados u otras tareas que debes hacer?

Considera una actividad del día como un lugar de oración. Cuando estés conduciendo al trabajo, procesando un correo electrónico o realizando una tarea en la casa, recuerda que el Señor está allí contigo. Estos momentos pueden volverse de oración al recordar la presencia de Dios en medio de ustedes. Terminarás disminuyendo la velocidad y aportando más intención a tu trabajo. La vida es así, nos ofrece oportunidades para encontrar lo sagrado en medio de lo mundano.

La clave es el tiempo diario de oración, una rutina que requiere tanto pasión como búsqueda. Con la paciencia como guía el camino, hasta el más ocupado de nosotros podrá sacar tiempo para la oración de la mañana.

Este hábito de pasión y búsqueda responde a la pregunta: "¿Cómo puedo seguir con la oración de la mañana cuando la vida comience a llenarse?" Ten paciencia, mantén la rutina y Dios hará el resto. Nuestros días están ocupados, pero eso no significa que no puedan ser de oración.


En su libro, The Five Habits of Prayerful People: A No Excuses Guide to Strengthening Your Relationship with God (Ave Maria Press), Mike St. Pierre da consejos prácticos para fortalecer su vida de oración, un día a la vez.


Michael St. Pierre, Ed.D. es el director ejecutivo de Catholic Campus Ministry Association, el fundador de Nonprofit Productive y el autor de The Five Habits of Prayerful People: A No Excuses Guide to Strengthening Your Relationship with God.